Estos últimos meses, casi todo el 2020 en definitiva, han sido tiempos difíciles, complicados de entender, asimilar y transitar. Los desafíos fueron muchos e impactaron en diferentes aspectos de nuestra vida, quizás de distinta forma para cada uno.
Pasamos además por varias etapas sin saber qué seguía o cómo seguíamos, lo cual no hizo más que agregarle una cuota de incertidumbre a todo el escenario.
Creo que lo más estresante de todo fue que la pandemia atacó directamente partes clave de “la vida como la conocíamos”.
Y entonces tuvimos que ponernos creativos para diseñar nuevas maneras de comunicarnos, de encarar el trabajo y el estudio. Cambiamos las rutinas cotidianas y la forma de estar cerca, saludarnos y despedirnos. Aprendimos a leer los ojos…
También impactó en nuestros planes y aspiraciones para el futuro, las vacaciones o el viaje soñado, la forma de festejar, los proyectos que íbamos a encarar.
Sí, ¡la pandemia es un escenario inhumano! Porque nos ha privado en buena parte de aquello que hace a nuestra esencia y le da sentido a nuestra vida: la libertad y el contacto con el otro.
Hasta acá, ¡nada que no sepamos todos!
Hoy, transitando un presente todavía complicado, con la experiencia de lo vivido hasta ahora, quiero mirar hacia el futuro.
Y espero poder hacerlo, viendo lo que nos está ocurriendo desde una perspectiva de sentido y de propósito.
Hablando claro: cómo salimos “bien parados” de esto y encaramos los desafíos que siguen.
Al hablar de propósito, me refiero a las aspiraciones y sueños que tenemos para el futuro, nuestras metas a largo plazo por las que nos esforzamos y que nos motivan en la vida. Muchos de estos propósitos se vieron interrumpidos durante este tiempo.
La vida puede parecer sin propósito en la pandemia.
Al decir sentido, quiero señalar esa sensación emocional y visceral de que vale la pena vivir la vida, que somos valiosos, que estamos conectados, que somos importantes. En muchas ocasiones, la pandemia nos ha hecho sentir impotentes, sin importancia y desapegados de quienes nos rodean.
La vida puede parecer insignificante en la pandemia.
El gran desafío creo que será, por un lado, repasar y volver a poner nuestras energías en nuestros propósitos -nuestros proyectos, nuestros sueños – y, por otro, avivar y fortalecer el sentido de que somos importantes y valiosos para los otros.
Sí, es cierto: ¡más fácil decirlo que hacerlo! Pero vale la pena el intento, aunque sea.
Para sobrevivir a la pandemia, y sobrellevar los momentos de angustia, ansiedad, estrés y tantos otros estados emocionales difíciles que podamos estar sufriendo, tenemos que darle sentido a nuestra vida en la situación actual.
No se trata solo de aguantar o ser resilientes. Tenemos que prepararnos para seguir adelante en un mundo que necesariamente ya no será el mismo que conocimos.
Al darle sentido, podemos poner en práctica las habilidades que nos servirán para construir una buena vida, incluso cuando el mundo cambia a nuestro alrededor. Para concentrarnos en esto, puede ayudar hacernos y pensar algunas preguntas, como:
¿De qué manera puedo adaptar mis ideas para dar sentido a lo que está sucediendo de modo de crear una vida que me resulte atractiva?
¿Qué formas nuevas de encarar y lograr mis proyectos o sueños, que hoy parecen haber sido bloqueados por la pandemia, puedo poner en práctica?
¿Quién me puede ayudar a encontrar la suficiente motivación? ¿Dónde buscarla?
¿Cuáles recuerdos, cualidades o personas se destacan cuando pienso en lo importante que es mi vida?
¿Qué aprendí de mí en estos tiempos de pandemia? ¿Qué habilidades, fortalezas o capacidades nuevas descubrí que tenía? ¿Mejoré algunas? ¿Siento que hay otras que ya no me sirven?
¿Cómo puedo fortalecer esos aspectos de mí que me parecen más importantes para seguir adelante?
¿De qué manera puedo conectarme con otras personas para ver si puedo ayudarlos y hacer una diferencia para ellos?
No hay forma de que alguien nos dé las respuestas ya hechas.
Especialmente cuando la vida se pone patas arriba, es posible que debamos hacer un trabajo adicional para poder dar y encontrar sentido a lo que estamos viviendo.
Sé que no siempre es fácil, ¡yo sigo trabajando en eso!
La manera que percibamos al mundo hoy dependerá de nuestra actitud y tolerancia al cambio y a lo desconocido.
Y, por qué no, de nuestra capacidad de pedir ayuda si esta nueva realidad se torna difícil de abarcar y sobrellevar.
¡No permitamos que estos meses hayan sido un tiempo perdido! Sigamos reinventándonos y buscando la felicidad. Para esta nueva normalidad, una “nueva” felicidad.
Está en nuestras manos otorgar un significado nuevo a cada pequeño capítulo de nuestra aventura cotidiana.