Cuando algo no está bien.
Hay momentos en la vida en los que algo nos impide sentirnos bien.
Nos cuesta trabajar con satisfacción, disfrutar de nuestros amigos o de nuestra familia, o simplemente estar a gusto con nosotros mismos.
Queremos hacer cambios, pero no siempre sabemos por dónde empezar… ni cómo.
¿Qué nos puede estar pasando?
– Podemos estar en una relación de pareja poco gratificante, o con dificultades para comunicarnos.
– Tal vez nos sintamos tristes la mayor parte del día, como “bajoneados”. Ya no disfrutamos lo que antes nos interesaba. Dormimos mal o nos cuesta concentrarnos.
– A veces nos invade la inquietud o la ansiedad frente a situaciones reales o imaginarias. Nos volvemos irritables, impacientes, tensos. Ciertos lugares o contextos pueden hacernos sentir atrapados o en peligro.
– Frente a los desafíos cotidianos, quizás nos sintamos desbordados, sin saber cómo actuar. Nos cerramos en nosotros mismos o nos rendimos fácilmente. Pensamientos como “No puedo con esto” o “Es demasiado para mí” se hacen cada vez más frecuentes.
– También pueden surgir situaciones puntuales difíciles de afrontar: una separación, un duelo, un cambio corporal, la pérdida del trabajo, la jubilación.
– Emigrar o vivir temporalmente en otro país puede generar sentimientos de soledad, desarraigo o dificultades para adaptarse a nuevas costumbres, entornos e idiomas.
– Y cada uno de nosotros podría seguir esta lista con sus propias preocupaciones, angustias o dificultades personales.
La terapia puede ser el comienzo.
Poder hablar libremente con un terapeuta sobre lo que nos pasa es, muchas veces, el primer paso para empezar a sentirnos mejor.
Aunque al principio cueste, poner en palabras lo que vivimos nos ayuda a entendernos y encontrar nuevas respuestas.
Todos, incluso cuando no lo sentimos así, tenemos recursos internos para atravesar las dificultades, sanar y crecer.